" Debería aprender usted a no hacer observaciones tan personales -dijo Alicia con acritud-. Es de muy mala educación.
Al oír esto, el Sombrerero abrió unos ojos como naranjas, pero lo único que dijo fue:
-¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
«¡Vaya, parece que nos vamos a divertir!», pensó Alicia. «Me encanta que hayan empezado a jugar a las adivinanzas.» Y añadió en voz alta:
-Creo que sé la solución.
-¿Quieres decir que crees que puedes encontrar la solución? -preguntó la Liebre de Marzo.
-Exactamente -contestó Alicia.
-Entonces debes decir lo que piensas -siguió la Liebre de Marzo.
-Ya lo hago -se apresuró a replicar Alicia-. O al menos... al menos pienso lo que digo... Viene a ser lo mismo, ¿no?
-¿Lo mismo? ¡De ninguna manera! -dijo el Sombrerero-. ¡En tal caso, sería lo mismo decir «veo lo que como» que «como lo que veo»!
-¡Y sería lo mismo decir -añadió la Liebre de Marzo- «me gusta lo que tengo» que «tengo lo que me gusta»!
-¡Y sería lo mismo decir -añadió el Lirón, que parecía hablar en medio de sus sueños- «respiro cuando duermo» que «duermo cuando respiro»!
-Es lo mismo en tu caso -dijo el Sombrerero.
[...]
-¿Has encontrado la solución a la adivinanza? -preguntó el Sombrerero, dirigiéndose de nuevo a Alicia.
-No. Me doy por vencida. ¿Cuál es la solución?
-No tengo la menor idea -dijo el Sombrerero.
-Ni yo -dijo la Liebre de Marzo.
Alicia suspiró fastidiada.
-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
-No sé lo que usted quiere decir -protestó Alicia.
-¡Claro que no lo sabes! -dijo el Sombrerero, arrugando la nariz en un gesto de desprecio-. ¡Estoy seguro de que ni siquiera has hablado nunca con el Tiempo!
-Creo que no -respondió Alicia con cautela-. Pero en la clase de música tengo que marcar el tiempo con palmadas.
-¡Ah, eso lo explica todo! -dijo el Sombrerero- El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj. Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj."
-¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
«¡Vaya, parece que nos vamos a divertir!», pensó Alicia. «Me encanta que hayan empezado a jugar a las adivinanzas.» Y añadió en voz alta:
-Creo que sé la solución.
-¿Quieres decir que crees que puedes encontrar la solución? -preguntó la Liebre de Marzo.
-Exactamente -contestó Alicia.
-Entonces debes decir lo que piensas -siguió la Liebre de Marzo.
-Ya lo hago -se apresuró a replicar Alicia-. O al menos... al menos pienso lo que digo... Viene a ser lo mismo, ¿no?
-¿Lo mismo? ¡De ninguna manera! -dijo el Sombrerero-. ¡En tal caso, sería lo mismo decir «veo lo que como» que «como lo que veo»!
-¡Y sería lo mismo decir -añadió la Liebre de Marzo- «me gusta lo que tengo» que «tengo lo que me gusta»!
-¡Y sería lo mismo decir -añadió el Lirón, que parecía hablar en medio de sus sueños- «respiro cuando duermo» que «duermo cuando respiro»!
-Es lo mismo en tu caso -dijo el Sombrerero.
[...]
-¿Has encontrado la solución a la adivinanza? -preguntó el Sombrerero, dirigiéndose de nuevo a Alicia.
-No. Me doy por vencida. ¿Cuál es la solución?
-No tengo la menor idea -dijo el Sombrerero.
-Ni yo -dijo la Liebre de Marzo.
Alicia suspiró fastidiada.
-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
-No sé lo que usted quiere decir -protestó Alicia.
-¡Claro que no lo sabes! -dijo el Sombrerero, arrugando la nariz en un gesto de desprecio-. ¡Estoy seguro de que ni siquiera has hablado nunca con el Tiempo!
-Creo que no -respondió Alicia con cautela-. Pero en la clase de música tengo que marcar el tiempo con palmadas.
-¡Ah, eso lo explica todo! -dijo el Sombrerero- El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj. Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj."
Hola Belen, me encantó, hace tiempo que quiero clocar algo de Alicia pero bueno, me ganaste de mano, tenés tan buen gusto para tus entradas que es una lástima que no publiques más seguido.
ResponderEliminarBesos gigantes.
Alicia!
ResponderEliminarTengo muchas ganas de ver la película que se mando Burton!
amo ese libro♥
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